Aprendiendo a vivir sola en el extranjero

Aprendiendo a vivir sola en el extranjero

¿Quieres poner a prueba tus habilidades y tu independencia?, vete de intercambio, no hay mejor prueba que salir de tu hogar, de tu país y enfrentarte a lo que el mundo tiene preparado para ti, ¿Te animas?

Irse a estudiar al extranjero requiere valentía, no todos están dispuestos a dejar temporalmente la comodidad de la casa, a sus seres queridos, sus rutinas y mucho menos se animan a hacerse responsable de si mismos.

Abandonar el país de origen durante un periodo de tiempo considerable puede ser un shock, ya que cuando comienza la movilidad empiezas a tener que resolver de la manera más ágil, efectiva y rápida posible todas las situaciones que se te presentan, como buscar un hogar o residencia, homologar materias, conocer el transporte local, distribuir tus gastos, organizar tu alimentación, enfrentarte a una nueva cultura con costumbres distintas, socializar y hacer amigos, lavar tu ropa, los trastes y un sin fin de cosas que muchas veces ni siquiera habías intentado antes, o que bien, alguien más hacía por ti.

Anécdotas:

Hoy te comparto la historia de Aranza Cobián, estudiante mexicana que se fue a estudiar arquitectura en Barcelona en Agosto de 2019 en compañía de Andrea, una de sus amigas de la universidad, y aunque fue la mejor experiencia de su vida hasta ahora, dice que no fue nada sencillo aprender a ser independiente, además de que tuvo mucho retos en el camino, que sin duda le enseñaron a crecer como persona y a descubrir todo lo que es capaz de hacer.

amigas de intercambio en europa

“Llegué a una ciudad nueva y desconocida para mi, aunque el irme de intercambio con la que ha sido mi única amiga mujer durante toda la universidad fue un gran apoyo. Yo decía que, aunque ella no se hubiera ido conmigo, yo habría seguido adelante con mis planes, pero ahora que todo ha terminado, estoy segura de que sin ella hubiera sido mucho más difícil haber logrado todo lo que me fue posible durante estos 5 meses y medio”.

El primer día en Barcelona, Andrea y Aranza tuvieron 5 citas para ver departamentos y escoger su futuro hogar, pero para poder llegar a todas, tuvieron que usar el transporte público, que por cierto es complicado entender por su variedad de sistemas (dependiendo a donde vas, tu edad, si eres estudiante, algunas tarjetas se pueden compartir otras no, etc, para más información y para que te des una idea aquí te dejo en link del Transporte Metropolitano de Barcelona), además ir a pie no era opción porque no estaban acostumbradas a caminar trayectos de más de media hora, y pensar en un taxi era gastar mucho dinero, así que sin saber como funcionaba todo se aventuraron y con el apoyo de la gente lo lograron.

Días después las amigas se fueron de viaje, Aranza decidió ir a París y aunque fue una linda experiencia, se enfrentó a otro reto aún más difícil.

“El último día en París, cuando iba camino al aeropuerto para regresar a Barcelona, entrando al metro, al comprar mi ticket guardé mi celular en la bolsa trasera de mis pantalones y al cruzar los torniquetes sentí un movimiento en mi pantalón; pensé que había sido yo misma mientras empujaba mis maletas, pero cuando me di cuenta ya no tenía mi teléfono, vi a un señor que me estaba viendo y cuando cruzamos miradas se fue corriendo, no tenía idea de que camino seguir, pensaba que perdería mi vuelo, me asusté demasiado y me salí del metro intentando pedir ayuda a la señora que vendía los tickets, pero al no hablar inglés no me pudo ayudar. Salí otra vez y unas personas que me vieron llorar me ayudaron, y con un mapa al estilo antiguo, con la ruta que tenía que seguir marcada, empecé a dirigirme hacia el aeropuerto. No sé exactamente como lo logré, porque iba asustada, llorando y sin saber si iba a tiempo a mi vuelo o no. Al final todo salió bien, incluso logré llegar a mi hostal en Barcelona, donde aún no lograba ubicarme completamente”.

mexicana y francesa

Pero los retos continuaron en cosas que parecían pequeñas, pero que cuando empiezas a vivir solo se vuelven importantes, desde elegir la ruta más corta para llegar a tu escuela, perderte y llegar tarde, hasta aprender a usar la lavadora y hacerte algo decente de comer.

“ Yo no sabía lavar ni cocinar, pero durante el primer mes viví con unas chicas más grandes que yo, tenían alrededor de 27 años, así que ellas fueron las mejores roomies que pude tener, me enseñaron mil cosas, aunque claro, no podía depender de ellas todo el tiempo, así que intentaba hacer mis cosas yo sola, pero fracasé mil veces y me frustraba tanto que a veces terminaba llamando a mis papás, incluso a veces lloraba ( parece exagerado, pero era como me sentía en el momento) intentaba siempre anotar todas las indicaciones que me daban porque además tengo una pésima memoria. También otra de las cosas que me pasaban, es que a veces me sentía muy sola, a pesar de que tenía a mi amiga desde México y a todos los nuevos amigos que hice, había momentos en los que me daba mucha ansiedad y desesperación sentirme sola, y esto era algo que no podía controlar muy bien”.

Pero de los retos siempre salen los mejores resultados, experiencias, fortalezas y nuevas habilidades que te hacen sentir súper poderoso sin importar en que parte del mundo te encuentres.

“Fue muy difícil al inicio, pero al hacerme a la idea de que solo iba a durar algunos meses  y  al tener las ganas de lograr ser independiente, hacer tantas cosas por mí sola, y ver que soy capaz de más de lo que imaginaba, me acostumbré y me gusto mucho mi vida de persona adulta en un país desconocido. Ahora que regresé a México, extraño tanto tener que solucionar muchas cosas por mi cuenta y hacer cosas tan básicas como mi comida, ir al súper o poder salir sola a la calle a cualquier hora y sentirme segura en donde sea que estuviera, son cosas que se volvieron parte de un día cualquiera para mí mientras vivía ahí. Quiero decir que a pesar de que pueda parecer difícil o imposible, valió muchísimo la pena y fueron más las cosas buenas que pude vivir, aunque de las no tan buenas también pude aprender mucho”. 

5 meses y medio hicieron la diferencia en la perspectiva de vida de Aranza y en su rutina, además de que sin duda alguna puso a prueba su independencia y se dio cuenta de que está lista para vivirla en cuanto llegue el momento, pero todos aquellos que hemos vivido un intercambio sabemos que después de esta experiencia, no hay vuelta atrás, buscamos independizarnos lo antes posible y claro, valoramos todo aquello que han hecho los que nos rodean y nos aman, porque no es sencillo responsabilizarte de todo, pero se siente bien saber que puedes con eso y más.

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